28 Abr el principio de la abundancia
Aquellas supuestas leyes que nos contaron que regían la economía clásica (la deuda, la escasez y la competencia) no sólo resultan muy perjudiciales para el ser humano sino que además son falsas.
Son leyes diseñadas para mantener cautiva a la humanidad. En el momento en el que las personas conocen el verdadero funcionamiento del Universo y comienzan a aplicar dichas leyes en sus vidas, dejan de ser esclavos para convertirse en hombres y mujeres libres.
¿Te suena de algo esta frase?
“Conoced la verdad y la verdad os hará libres”
Existe un conocimiento que ha estado oculto para la mayor parte de la humanidad durante milenios, pero que ha sido guardada y trasmitida oralmente por los sabios y místicos de cada generación. Ha estado oculta por los intereses de las grandes religiones de mantener a las personas alejadas del verdadero conocimiento. Porque éste conocimiento bien aplicado en la vida de las personas, tiene el poder de liberarlas de esas mismas religiones y de sus intermediarios, al permitir una conexión directa con la fuente, dios o como cada cual quiera denominarlo.
Actualmente hemos llegado al tiempo de las grandes revelaciones o apocalipsis como se denomina en griego. (En mi libro el camino del homo deus, explico el significado del tiempo que estamos viviendo desde el inicio de la pandemia).
Todo el conocimiento ya está disponible para nosotros. Los viejos paradigmas con sus falsedades se derrumban para dejar paso a algo nuevo. Una nueva humanidad está naciendo y estamos viviendo los dolores del parto.
Los cabalistas han sido los sabios que han guardado estos conocimientos desde la perspectiva de la mística hebrea. Ellos han dedicado sus vidas a experimentar directamente con la fuente y a guardar el sod o secreto de éste conocimiento revelado en las sagradas escrituras.
Hoy en día la ciencia (y especialmente la física cuántica) está llegando a las mismas conclusiones que llegaron los sabios cabalistas hace miles de años. Trataré de exponer esta información lo más resumidamente posible (aún a riesgo de parecer reduccionista) y aplicada para cumplir con los fines de este libro.
El famoso experimento de la doble rejilla demostró que la conciencia del observador modifica la realidad que percibe. O dicho de otro modo, la realidad que percibimos con nuestros cinco sentidos es una ilusión de la conciencia. Aquello que podemos percibir representa solamente el 1% del universo existente. Utilizando las palabras de los cabalistas, el 99% del universo que no puede verse ni percibirse representa el reino espiritual (también llamado el mundo de las ideas, de la conciencia o simplemente el reino de la luz). Todo lo que experimentamos en nuestra realidad limitada del 1% tiene su fuente en el reino del 99%. Cada acto de la creación, desde la idea más humilde hasta aquellas ideas que han cambiado y revolucionado nuestro mundo, han surgido porque alguien “las descargó” del reino del 99%.
En la realidad de la matrix (para entender mejor el concepto de realidad ilusoria) tenemos caos, lucha y competencia por obtener los limitados recursos de la materia. Aquí sólo encontramos patrones que se repiten (la organización de la materia es un patrón que se repite para mantenerse diferenciado en el tiempo). En esta realidad, utilizamos al ego como identidad ilusoria y vivimos nuetra vida reaccionando a los estímulos que percibimos del exterior. En el Reino espiritual del 99% es dónde encontramos la verdadera paz, la verdadera satisfacción y la verdadera creatividad. Al conectarnos con lo que los kabbalistas llaman la Luz del Creador. Éste es el reino que nos oculta la matrix y su principal instrumento: el ego.
Según la teoría de la física moderna, antes de que el universo existiera (hace unos quince mil millones de años) no existía nada. Por algún motivo que la ciencia no puede explicar, se formó un punto que contenía todo el espacio, el tiempo y la materia en su interior. Luego explotó y provocó el big bang, lo cual liberó la energía que al final se convirtió en las estrellas, las galaxias y los planetas. Es interesante ver las similitudes entre la ciencia moderna y las enseñanzas de la Kabbalah sobre los pasos de la Creación.
Antes del big bang, antes de nuestro universo y nuestro planeta, solo existía la Luz. Puedes concebir la Luz como una energía eterna y omnipresente que contiene amor y plenitud infinitas. La razón por la que se le llama Luz en la cábala es porque, al igual que un rayo de luz del sol tiene todos los colores del arcoíris, la luz del creador contiene toda la plenitud posible que alguien pueda llegar a desear. Dicha luz es conocida como la primera causa y es la energía que irradia del creador. Sólo posee un deseo: compartir su esencia continua e infinitamente. Pero para que el proceso de dar y recibir ocurra, se necesitan dos participantes. Así pues, se dice que para poder compartir su esencia, la luz necesitaba crear algo que la recibiera.
Por ende, la luz creó lo que la cábala denomina la vasija. Así como la luz es llamada la primera causa, la vasija es llamada el primer efecto. Esto llevó a una unidad hermosa y perfecta en la que la luz compartió toda su esencia. Pero la vasija absorbió tanta luz que asumió la naturaleza de su creador. Así pues, ya no se conformaba con recibir todo el tiempo y también quería ser creadora. Es lo que en la cábala se denomina el pan de la verguenza y hace alusión a la verguenza que se experimenta cuando se recibe aquello que no se merece. Pero este deseo de la vasija no pudo cumplirse porque no había nadie con quien compartir. Entonces, tal vez la Luz, que llenaba todo espacio existente posible con su esencia, se dió cuenta de que necesitaba retroceder y darle espacio para crecer a la vasija, así permitiría la eliminación del pan de la vergüenza. A fin de darle espacio para crecer a la vasija, restringió sus bendiciones y se contrajo, lo cual hizo que se separara de la vasija y que esta se rompiera. Cuando la luz se contrajo, se separó de la vasija y la vasija se rompió en infinitud de pedazos, provocando el nacimiento del universo físico tal como lo conocemos. Éste momento de máxima contracción del Universo es conocido en física como el big bang y los cabalistas lo llaman tsimtsum. Con la retirada de la luz se creó un vacío para que la vasija tuviera la oportunidad de revelar su propia luz.
Este espacio vacío es nuestro universo.
Esta metáfora no sirve perfectamente para entender como nosotros también somos como vasijas (un cuerpo material) contenedoras de luz y que todo aquello que podemos desear de la vida proviene de la misma fuente de luz infinita que creó nuestro universo material.
La conexión que desarrollemos con dicha fuente será la clave para obtener toda la abundancia, todo el amor y toda la verdad que queramos experimentar en nuestras vidas. Y el mismo principio por supuesto es aplicable al dinero. El dinero es simplemente un tipo de vasija que pude llegar a contener luz. Y digo puede porque aquí es dónde reside la clave para aprender a desarrollar una buena relación con el dinero.
La buena nueva es que la conexión con la fuente de luz infinita no sólo es gratuita, sino que además se corresponde con nuestra auténtica naturaleza, más allá de nuestros condicionamientos culturales e identidades ilusorias.
Si has comprendido plenamente el significado de esta frase, a partir de ahora dejarás de perseguir el dinero y te centrarás en desarrollar y cuidar tu conexión con la fuente de luz infinita, para recibir todas las bendiciones que por naturaleza te pertenecen.
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